La salud cardiovascular está en riesgo: actualmente, una de las primeras causas de muerte a nivel mundial es la enfermedad cardiovascular (más de 20.5 millones por año). Además, el mal estado del sistema cardio-circulatorio afecta al organismo en general, ya que restringe la distribución de oxígeno y nutrientes a través de la sangre.
¿La buena noticia? De acuerdo con la World Heart Federation, el 80 % de las enfermedades del sistema cardiovascular pueden prevenirse. ¿De qué maneras? Seguí leyendo para conocer cómo manejar los factores de riesgo cardiovascular y prevenir las afecciones más comunes, para mejorar tu salud y cuidar tu corazón.
¿Qué es la Salud Cardiovascular?
La salud cardiovascular es la presencia de valores óptimos para los factores de riesgo cardiovascular, que pueden ser modificables o no. Los más importantes son:
- Obesidad
- Diabetes
- Hipercolesterolemia e hipertensión
- Sedentarismo
- Fumar y consumir alcohol
- Mala salud bucal
Así, la definición de salud cardiovascular, de acuerdo a estos factores, sería:
- Mantener un índice de masa corporal <25 kg/m2.
- Presentar cifras de glucemia, no tratada, de <100 mg/dl.
- Tensión arterial de <120/80 mm Hg y colesterol de <200 g/dl, sin tratamiento.
- Realizar ejercicio físico de manera regular.
- No fumar ni consumir alcohol en exceso.
- Cuidar la salud bucal y seguir una dieta favorable a la salud cardiovascular.
El estado del sistema cardiovascular afecta a la salud en general. Principalmente, porque afecciones como la arteriosclerosis o la insuficiencia cardíaca evitan que llegue suficiente sangre a los órganos, los cuales recibirán menos oxígeno y nutrientes.
Las consecuencias de este tipo de situaciones van desde la fatiga crónica y la retención de líquidos, hasta el daño a los órganos afectados y la muerte. En síntesis: sin un sistema cardiocirculatorio que funcione correctamente, la salud comienza a decaer. Y, si bien la mayoría de las afecciones cardiovasculares tienen solución, esto no siempre se cumple en lo que respecta a sus efectos sobre el organismo en general.
Factores de Riesgo Cardiovascular: Conoce a tus Enemigos
Todo gran villano merece una gran presentación. Veamos, más en detalle, cuáles son los factores de riesgo cardiovascular y cómo afectan a nuestra salud, tanto los que podemos cambiar, como los que no.
Factores de Riesgo Modificables
Hay algunos factores de riesgo cardiovascular que pueden modificarse con cambios en el estilo de vida, para mejorar la salud cardiovascular. Estos son:
- Una dieta poco saludable: Basada en alimentos altos en grasas saturadas y trans, azúcares y sodio (cuatro de los cinco sellos). Este tipo de comidas aumentan el riesgo de sufrir hipercolesterolemia, diabetes, hipertensión y obesidad.
- Sedentarismo: No realizar actividad física disminuye la capacidad del corazón para bombear sangre (no se ejercita el músculo cardíaco). Además, al eliminar los beneficios del ejercicio para la salud cardiovascular, contribuye a desarrollar factores de riesgo como el colesterol alto y la hipertensión.
- Tabaquismo: El cigarrillo afecta más que los pulmones. Fumar estimula la formación de placas en las arterias. Esto propicia la formación de coágulos, al punto de que fumar un cigarrillo por día aumenta un 48% el riesgo de sufrir un infarto, y un 25% un ACV.
- Consumo excesivo de alcohol: Tomar unos tragos de más no solo da una buena panza cervecera, también aumenta la presión arterial y los niveles de triglicéridos.
- Estrés crónico: Su principal efecto sobre la salud cardiovascular es en el aumento de la presión y de la frecuencia cardíaca. Esto último puede causar arritmias. También, genera estados de inflamación crónica, que pueden dañar las paredes arteriales, propiciando la arteriosclerosis.
- Sobrepeso y obesidad: Excederse de peso sube tus posibilidades de padecer hipertensión (el corazón necesita esforzarse más para bombear sangre a un cuerpo más grande). Por otra parte, el exceso de grasa libera sustancias al organismo que generan un estado de inflamación crónica, dañino para las arterias.
Todo esto lleva al desarrollo o al empeoramiento de otros factores de riesgo cardiovascular, que también son modificables. Estas son:
- Hipertensión: El aumento de la presión arterial lleva al endurecimiento de las arterias y, como consecuencia, a la reducción del flujo sanguíneo. Si no se la controla a través del tratamiento indicado, los picos de tensión pueden causar accidentes cerebrovasculares e infartos.
- Hipercolesterolemia: El exceso de colesterol “malo” o LDL se debe tanto a factores genéticos, como al sedentarismo y la mala alimentación. Cuando no se lo trata, se acumula como placa en las arterias, lo que restringe el flujo sanguíneo y puede llevar a la formación de coágulos.
- Diabetes: El mal manejo de la diabetes es el enemigo perfecto del sistema cardio-circulatorio. Tiene varios efectos en la salud cardiovascular. Por ejemplo, la resistencia a la insulina impide que el colesterol “malo” se elimine correctamente. También se tiene mayor tendencia a la coagulación y al daño a los vasos sanguíneos. Todo esto aumenta el riesgo de padecer ACVs e infartos. Asimismo, la diabetes propicia la hipertensión y la inflamación crónica. Finalmente, puede provocar insuficiencias cardíacas, debido a los elevados niveles de glucosa.
Factores de Riesgo No Modificables
Existen los enemigos, como vimos, pero también están los Enemigos, con mayúscula. Estos últimos son los factores de riesgo cardiovascular que no podemos modificar. A lo sumo, se pueden adoptar hábitos que controlan sus efectos negativos sobre la salud cardiovascular. Veamos cuáles son estos factores.
- Edad: Cuando envejecemos, aumenta nuestra propensión a desarrollar enfermedades cardiovasculares. ¿Los motivos? Por un lado, el cuerpo es cada vez menos eficiente para “repararse” y se producen menos elastina y colágeno. Esto causa que las arterias se vayan endureciendo, además de que sube el riesgo de desarrollar insuficiencia cardíaca. Por el otro, las arterias van acumulando grasa. Esto dificulta la circulación y puede producir, en casos graves, coágulos.
- Sexo: Las hormonas femeninas y masculinas hacen que se tengan diferentes niveles de riesgo cardiovascular. De acuerdo con algunos estudios, la testosterona propicia la trombosis, no por coagulación, sino por la ruptura de placas arterioescleróticas. El estrógeno, al contrario, tendría efectos protectores, ya que mantiene la flexibilidad de las arterias (con la menopausia, esta “protección” disminuye). Asimismo la tendencia a desarrollar enfermedades cardiovasculares aparece antes en los hombres (a partir de los 45 años) que en las mujeres (desde los 55).
- Genética: La genética afecta cómo el cuerpo regula la glucosa en sangre, el colesterol y la presión arterial. Así, uno puede heredar el riesgo de padecer ciertas afecciones cardiovasculares, sin importar los hábitos que se tengan. Esto no significa que no haya que tomar medidas para prevenir eventos potencialmente mortales, como un ACV o un infarto.
Enfermedades Cardiovasculares más frecuentes
Enfermedad Coronaria
También se la conoce como cardiopatía isquémica. A grandes rasgos, consiste en que el corazón recibe menos sangre (y, con esto, menos oxígeno y nutrientes, que necesita para funcionar). ¿Por qué? Principalmente, por la acumulación de grasa en las arterias, es decir, por la arterioesclerosis.
A diferencia de algunas afecciones cardiovasculares, la enfermedad coronaria presenta síntomas antes los que hay que estar alerta. Consultá con un especialista en cardiología si:
- Tenés dificultad para respirar.
- Estás fatigado, incluso cuando no realizaste grandes esfuerzos.
- Experimentás dolor o malestar en el pecho (angina de pecho), sobre todo en momentos de estrés o de actividad física. Puede manifestarse como pesadez, presión u opresión.
- Sentís dolor en otras partes del cuerpo (hombros, brazos, espalda, cuello y mandíbula).
No prestar atención a estos síntomas puede resultar riesgoso e, incluso, llevar a la muerte. Y es que los efectos más comunes de la enfermedad coronaria incluyen la insuficiencia cardíaca, las arritmias y, en los casos más graves, el infarto de miocardio.
El tratamiento de la enfermedad coronaria, por otra parte, suele implicar cambios en el estilo de vida, orientados a mejorar la salud cardiovascular. Además, puede requerir el uso de medicamentos y, de ser necesario, intervenciones (como un bypass coronario o un stent).
Accidente Cerebrovascular
El accidente cerebrovascular (más conocido como ACV) es cuando el cerebro deja de recibir sangre. Puede ocurrir porque un coágulo bloquea las arterias que lo irrigan (ACV isquémico) o porque un vaso sanguíneo se rompe en el cerebro (ACV hemorrágico). Esto último puede deberse a un aneurisma o a un pico de presion.
Los síntomas de un ACV (ante los cuales hay que buscar atención médica de emergencia) son los siguientes:
- Pérdida de la visión, en un ojo o ambos.
- Dificultad para hablar o para comprender lo que los otros dicen.
- Confusión, mareos, falta de coordinación o desorientación.
- Parálisis o debilidad repentina, sobre todo si se da en un lado del cuerpo.
- Dolor de cabeza extremadamente intenso, en el caso de un ACV hemorrágico.
Los accidentes cerebrovasculares pueden tener consecuencias graves si no se los controla a tiempo. Tras un accidente cerebrovascular lo común es realizar un proceso de rehabilitación, especialmente si se comprometieron las funciones motoras y cognitivas. Durante o inmediatamente después de un ACV isquémico, lo común es administrar medicamentos para disolver el coágulo. Por su parte, un ACV hemorrágico se trata controlando la presión arterial y, de ser necesario, reparando quirúrgicamente el vaso roto.
Hipertensión Arterial
Se considera hipertensión cuando la presión arterial es de 140/90 mmHg o más. A diferencia de otras condiciones de salud cardiovascular, no suele presentar síntomas .. No obstante, en algunos casos puede causar:
- Fuertes dolores de cabeza.
- Visión borrosa.
- Mareos, náuseas o vómitos.
- Dificultad para respirar.
- Zumbidos en los oídos.
- Dolor en el pecho.
- Cambios en el ritmo cardíaco.
- Sangrado nasal u ojo rojo.
De todas formas, como los síntomas son poco habituales, es imprescindible controlar regularmente la presión en el domicilio o con un profesional.
La presión arterial elevada genera, con el tiempo, lesiones en el miocardio que pueden llevar a la insuficiencia cardíaca. También daña el endotelio (la capa interna) de las arterias, permitiendo que el colesterol “malo” se vaya depositando en ellas. Además, puede producir infartos, ACV, arritmias e, incluso, insuficiencia renal.
El tratamiento de la hipertensión consiste, fundamentalmente, en cambios en el estilo de vida, favorables para la salud cardiovascular. Algunos son hacer ejercicio, comer sin (o con poca) sal y dejar de fumar. En casos de riesgo, como cuando se tiene otra enfermedad cardiovascular o la presión no se controla también se suelen prescribir medicamentos que ayudan a bajarla.
Cómo Mejorar tu Salud Cardiovascular: Consejos Prácticos
La mejor manera de cuidar la salud cardiovascular (y la salud en general) es trabajar sobre los factores de riesgo modificables y, ante síntomas sospechosos, consultar con un especialista. Pero no hay que esperar a que algo falle: es importante realizar controles de rutina y, sobre todo, adoptar hábitos saludables.
Veamos más en concreto cómo implementar estos hábitos.
Alimentación Saludable para el Corazón
Para mejorar la salud del corazón, lo ideal es seguir un patrón de alimentación similar al de la dieta mediterránea. Esto implica:
- Consumir 5 porciones al día de frutas y verduras, en lo posible, frescas. Los antioxidantes y vitaminas que contienen ayudan a reducir la presión arterial. Algunas opciones recomendables son el brócoli, la espinaca, la naranja y la manzana.
- Elegir cereales integrales (arroz, pan y pastas) por sobre sus versiones refinadas. Su mayor contenido en fibra ayuda a eliminar el colesterol “malo”.
- Reemplazar la ingesta de proteínas de productos lácteos y carnes por legumbres (lentejas, porotos y garbanzos), que suman nutrientes sin aportar grasas saturadas. También, permiten eliminar el colesterol “malo” (gracias a su contenido de fibra soluble), y regulan la presión arterial y los niveles de glucosa.
- Incorporá un puñado de frutos secos o semillas (como nueces, almendras y chía) a tu dieta cotidiana. Estos alimentos ayudan a bajar la inflamación y la presión arterial, así como el riesgo de arritmias y el colesterol “malo”. Además, contribuyen al mantenimiento del endotelio de las arterias y a controlar el azúcar en sangre.
- Utilizar aceite de oliva o aceite de girasol alto oleico. Al contener ácidos grasos monoinsaturados, mejoran los niveles de colesterol “bueno”, que participa en la eliminación del colesterol “malo”. También, reduce la inflamación y mantiene la flexibilidad de los vasos sanguíneos.
- Preferir el pescado a las carnes rojas. En particular, especies ricas en omega-3 (que disminuye el riesgo de arritmias y los triglicéridos en sangre), como el salmón, la merluza, el atún y la caballa. Consumirlo al menos dos veces por semana. Cuando se coman carnes rojas, elegir cortes magros (lomo y peceto son buenas alternativas).
- Evitar productos lácteos enteros (preferir los descremados) y alimentos ultraprocesados, ya que suelen ser ricos en grasas saturadas y esto sube los niveles de colesterol “malo”. En el caso de los ultraprocesados, tienden a incluir una cantidad elevada de sodio y azúcar, lo que lleva al aumento de la tensión arterial.
- Reducir el consumo de sal para prevenir la hipertensión. Una forma de hacerlo es dejar de consumir embutidos, productos enlatados y comidas ya preparadas, además de cocinar con menos sal. Para condimentar, preferir las hierbas frescas (como el perejil y la albahaca) y especies (como el orégano y el pimentón).
Una dieta para mejorar la salud cardiovascular va más allá de qué se consume. Como el peso es un factor de riesgo importante, se recomienda que las porciones sean equilibradas. Una forma de comer menos sin que lo parezca es usar platos más chicos. También ayuda el mantenerse hidratado, priorizando el agua por sobre las bebidas azucaradas y con gas, así como por sobre el alcohol.
Ejercicio y Actividad Física
La 4ª Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (ENFR), advirtió que en Argentina el sedentarismo aumentó en los últimos años. Actualmente, el 65% de la población adulta no hace la actividad física necesaria. Y no estamos hablando de matarse en el gimnasio: con 150 minutos de actividad aeróbica o 75 de actividad física de alta intensidad por semana debería alcanzar.
Cuando se realiza de manera regular, el ejercicio tiene varios beneficios para la salud cardiovascular. Ayuda, por ejemplo, a fortalecer el músculo cardíaco, lo que mejora su efectividad para bombear sangre. Sirve, también, para regular la presión arterial y los niveles de azúcar en sangre, producir colesterol “bueno” y controlar el peso corporal. Además, libera endorfinas, que reducen el estrés y, con esto, sus efectos negativos sobre la salud del corazón.
Hay algunos ejercicios que favorecen la salud cardiovascular más que otros. Veamos cuáles son y, lo que no es menos, el nivel de condición física necesario para realizarlos cómodamente y sin riesgo.
Nivel inicial (principiantes o personas sedentarias):
- Caminata rápida: Se recomienda salir 5 días a la semana, en sesiones de 30 minutos. Puede empezarse por sesiones de 15 minutos y extender gradualmente su duración. Esto permite aumentar el ritmo cardíaco de forma segura y mejorar la circulación.
- Bicicleta fija (spinning): Pueden hacerse 3 sesiones semanales de 20-30 minutos. Así, se ejercita la resistencia cardiovascular, sin que las articulaciones se vean afectadas (algo importante si en casos de sobrepeso).
- Yoga suave o pilates: Realizar estas actividades 2-3 veces por semana fortalece el corazón de manera sostenida. Aparte, proporcionan técnicas para reducir el estrés.
Nivel medio (personas con experiencia o mejor condición física):
- Trotar o correr: No solo sirve para quemar calorías más rápido, sino que también aumenta significativamente la resistencia cardiovascular. Es recomendable salir a hacer jogging o running 3-4 veces por semana. Se recomienda comenzar alternando entre caminatas y trote, hasta desarrollar la resistencia necesaria.
- Natación: Es uno de los ejercicios más completos que hay. Lo ideal es realizar 3 sesiones semanales. ¿Sus beneficios? Trabaja el músculo cardíaco, reduce la hipercolesterolemia y la presión arterial, protegiendo, todo el tiempo, tus articulaciones.
- Zumba o clases de baile: Esta actividad física es perfecta para quienes tienen problemas para mantener la motivación al hacer ejercicio. Si se la practica 2-3 veces por semana, contribuye a mejorar el ritmo cardíaco y el perfil lipídico.
Nivel avanzado (para personas con buena condición física):
- HIIT (High-Intensity Interval Training): El entrenamiento a intervalos de alta intensidad mejora rápidamente la salud cardiovascular. Puede comenzarse con sesiones de 20 minutos, 3 veces por semana, y aumentar, progresivamente, su duración.
- Ciclismo al aire libre: Andar en bicicleta en terrenos accidentados o a velocidad moderada mejora la capacidad cardiovascular. Se aconseja realizar 2-3 salidas semanales, que exijan un cierto esfuerzo ya sea por su duración, intensidad o el tipo de terreno.
- Entrenamiento de fuerza: En un principio, se puede realizar solo con el peso corporal, e ir agregando máquinas de gimnasio, mancuernas o pesas. Si no se tiene experiencia previa, es imprescindible contar con asesoramiento profesional para realizar correctamente los ejercicios. Mejora la salud cardiovascular al reducir la presión arterial y optimizar el metabolismo de grasas y azúcares.
Es necesario tener en cuenta que el tipo de ejercicio a realizar dependerá no solo de tu estado físico, sino también de tu salud cardiovascular. ¿Contás con factores de riesgo como la hipertensión o enfermedades propias del sistema? Es importante que, antes de comenzar a ejercitarte, consultes a un especialista en cardiología, que te aconseje sobre cuáles actividades realizar y con qué frecuencia.
Manejo del Estrés
El estrés es uno de los factores de riesgo cardiovascular que podemos modificar (aunque a veces parezca que no). Los efectos del estrés crónico en el sistema cardio-circulatorio incluyen:
- Disminución en la variabilidad de la frecuencia y el ritmo cardíaco.
- Hipertensión y endurecimiento arterial.
- Mayor riesgo de formación de coágulos.
- Inflamación y daño en las arterias.
Por lo tanto, toda buena lista de consejos para mejorar la salud cardiovascular debe incluir formas de manejar el estrés. ¿Qué es lo que te aconsejamos?
- Antes que nada, identificar qué es lo que causa el estrés. ¿Podés eliminarlo? Si la respuesta es sí, comenzá por eso. Si la respuesta es no, seguí leyendo.
- Hacer ejercicio. La actividad física libera endorfinas y estas reducen los niveles de cortisol y adrenalina (las hormonas del estrés).
- Procurar dormir 7-9 horas por noche.
- Implementar técnicas de relajación, como la meditación, la sonoterapia o la relajación muscular progresiva.
- Realizar actividades de ocio estimulantes, que te permitan dejar las preocupaciones a un lado. Pasar tiempo con familiares o amigos es, también, una buena forma de generar endorfinas
- ¿Nada de esto funciona? Entonces, es conveniente recurrir a un profesional que te ayude a encontrar otras formas de evitar que el estrés afecte tu salud cardiovascular.
Sueño y Descanso Adecuados
Dormir bien es clave para el buen funcionamiento del sistema cardiovascular. Cuando se descansa, la presión arterial disminuye y el corazón puede recuperarse del esfuerzo realizado en los momentos de mayor tensión. También, baja el ritmo cardíaco, lo que favorece su regulación.
Al contrario, la falta de descanso crónica suele tener consecuencias severas. Por ejemplo, el desarrollo de hipertensión y de arritmias. Otra consecuencia es el aumento de los niveles de inflamación y de estrés oxidativo, lo que, con el tiempo, daña los vasos sanguíneos.
Finalmente, dormir poco estimula el desarrollo de factores de riesgo cardiovascular como el sobrepeso y la diabetes. Esto sucede porque durante el sueño se regulan hormonas que influyen en el metabolismo y el apetito. En síntesis, sin un descanso adecuado, no hay salud cardiovascular.
¿No podés dormir? ¿Dormís, pero te levantás igual de cansado? En vez de recurrir a las pastillas, es aconsejable que pruebes:
- Apagar las pantallas al menos 1 hora antes de dormir, incluso si sos de los que solo se duermen viendo películas. Esto último, en particular, inhibe la producción de melatonina. Sin suficiente melatonina, el cuerpo tiende a desarrollar trastornos del sueño, depresión y otras afecciones.
- Aplicar técnicas de relajación o estiramientos. Cuando uno se relaja, disminuye la frecuencia respiratoria y cardíaca, lo que activa el sistema nervioso parasimpático, que se encarga de inducir el sueño.
- Hacer actividad física de manera regular, sobre todo por la mañana. Esto ayuda a regular tu ritmo circadiano, reforzando el estado de alerta durante el día y propiciando el descanso nocturno. Otra forma de acomodar el ritmo circadiano es acostarse y despertarse a la misma hora, todos los días.
- Evitar las cenas pesadas y la cafeína y el alcohol durante la tarde. La indigestión puede interferir con el sueño (y de la cafeína, ni hablar). El alcohol, si bien a veces causa somnolencia, limita la calidad del sueño.
- Asegurate de contar con un entorno adecuado. Es decir, oscuro (bloqueá la luz con cortinas gruesas o una máscara para los ojos), fresco (entre 18-20°C) y silencioso (podés usar tapones para los oídos o una máquina de ruido blanco, según tus preferencias).
Control de Salud Cardiovascular: Chequeos Indispensables
Presentes factores de riesgo cardiovascular o no, es necesario controlar que tu sistema cardio-circulatorio no presente problemas. La frecuencia con la que deben realizarse chequeos cardiológicos depende, principalmente, de la edad.
Es conveniente realizar al menos un examen preventivo antes de los 16 años. Si no se diagnostican factores de riesgo (por ejemplo, colesterol alto o arritmias), entre los 20 y los 30 se recomienda realizar análisis de sangre que miden el perfil lipídico cada 3 años, y un electrocardiograma cada 5.
A partir de los 40, resulta conveniente examinarse de manera anual, lo mismo ocurre en los casos donde se diagnostican factores de riesgo cardiovascular. Se aconseja, también, agregar una ergometría a los estudios de rutina.
Exámenes de Rutina
En este tipo de estudios se analiza el nivel de presión arterial y de lípidos en sangre. También es común controlar el ritmo y la función cardíaca. Así, pueden descartarse la mayoría de las afecciones más comunes de la salud cardiovascular.
Por lo general, consisten en:
- Examen clínico general: Lo realiza el especialista en cardiología. Suele incluir preguntas sobre posibles síntomas de enfermedades cardiovasculares.
- Análisis de sangre: Se miden los niveles de colesterol (malo o LDL y bueno o HDL) y de triglicéridos en sangre.
- Electrocardiograma (ECG): Este estudio registra la actividad eléctrica del corazón. Permite evaluar si existen trastornos del ritmo cardíaco. También registra alteraciones en las paredes del corazón y las arterias coronarias
Pruebas Especializadas
- Ecocardiograma: También conocido como Eco-Doppler cardíaco. Muestra cómo late el corazón en tiempo real. No es invasivo, ya que se realiza por ultrasonido. Se utiliza para evaluar el funcionamiento del corazón y su estructura, detectando problemas congénitos y valvulares, cardiomiopatías e insuficiencias cardíacas.
- Eco-Doppler venoso: Sirve para detectar coágulos en las venas profundas, sobre todo de las extremidades inferiores. Las eco-Doppler también pueden realizarse en otros vasos sanguíneos, como la aorta abdominal (muy utilizadas en pacientes de alto riesgo) y las arterias renales.
- Monitorización ambulatoria de la presión arterial (MAPA): Este estudio mide la presión arterial durante 24 h, a intervalos regulares. Se realiza fuera del consultorio (el paciente lleva con él el dispositivo medidor). Sus principales funciones son evaluar las variaciones de presión en el paciente y detectar la hipertensión “enmascarada” que se da solo en consultorios.
- Eco Stress Cardíaco con Ejercicio: Tiene un propósito similar a las pruebas de estrés cardíaco: evaluar el funcionamiento del corazón en situaciones de esfuerzo físico. A diferencia de las pruebas de estrés tradicionales, el eco-stress también proporciona imágenes del corazón. Esto, tiene la ventaja (entre otras) de permitir identificar zonas con flujo sanguíneo reducido. Sirve, también, para descubrir obstrucciones arteriales y detectar arritmias que únicamente se presentan durante el ejercicio.
El Impacto del Estilo de Vida Moderno en la Salud Cardiovascular
Aunque somos un poco más conscientes sobre la importancia de la salud cardiovascular que años atrás, el estilo de vida moderno hace poco por protegerla. Hoy en día, nuestros maratones son de series y se hacen desde un sillón, “comer bien” significa comer hasta reventar y estamos de fiesta cuando pasamos una noche sin dormir.
Naturalizar ir en auto a un negocio que queda a tres cuadras, no levantarse por horas del escritorio y dejar el deporte solo para cuando tenemos demasiado tiempo libre nos vuelve sedentarios. Si a eso le sumamos una alimentación basada en ultraprocesados (prácticos y baratos en el momento, tu peor decisión a largo plazo) el resultado es una bomba de tiempo cardiovascular. Y eso sin contar el estrés.
¿Y qué no nos estresa hoy en día? Desde el trabajo, hasta el mercado cambiario y los impuestos del próximo mes… Para colmo de males, la pandemia de COVID 19 nos robó la costumbre de ir al médico solo por controles. ¿Qué significa esto? Que para cuando te diagnostiquen una enfermedad cardiovascular, posiblemente estará más avanzada de lo aconsejable para controlarla solo con cambiar tus hábitos.
La situación general es grave. En nuestro país, 4 de cada 10 adultos son hipertensos, pero solo el 60% lo sabe. Un 30% de los argentinos presentan colesterol alto sin tratamiento, un 60%, sobrepeso y más del 12%, diabetes. Las consecuencias se hacen patente en las estadísticas de mortalidad del país: En 2022 un tercio de las defunciones en Argentina se debieron a enfermedades del sistema cardiovascular.
Trabajar sobre el estilo de vida que llevamos para cuidar nuestra salud cuesta. Pero más cuesta recuperarla cuando ya se la perdió. ¿Te animás al cambio?
Salud Cardiovascular y Cerebro: Una Relación Crucial
Como ya vimos, la salud cardiovascular impacta directamente sobre la salud en general y sobre la salud de nuestro cerebro en particular. Un estudio finlandés publicado en PLOS Medicine realizó un seguimiento de 1499 participantes durante casi 30 años. Este estudio evidenció que empezar a trabajar sobre los factores de riesgo cardiovascular en la mediana edad contribuye a disminuir el riesgo de demencia en la vejez. Por el contrario, los niveles bajos de salud cardiovascular se asocian a un mayor riesgo de deterioro cognitivo.
Y es que un flujo sanguíneo debilitado (por arterioesclerosis o insuficiencia cardíaca) afecta la llegada de sangre al cerebro. Esto hace que el aporte de nutrientes y oxígeno a las células cerebrales sea insuficiente, lo que daña las neuronas y puede producir “microinfartos” cerebrales. Además, el daño en las arterias producido por la hipertensión puede generar estrés oxidativo en las neuronas, acelerando su deterioro. La acumulación de este tipo de daños causa, con el tiempo, el fallo de las funciones cognitivas.
Pero la relación entre sistema cardio-circulatorio y cerebro no termina ahí. Según explica el doctor Mario Boskis (MN 74.002), experto en investigación clínica y prevención de las enfermedades cardíacas, “los mismos factores de riesgo que son capaces de enfermar las arterias que irrigan al corazón generando arteriosclerosis, y en su evolución la posibilidad de un infarto de miocardio, también pueden obstruir las arterias del cerebro y, en este caso, generar un infarto cerebral, que no es otro que lo que conocemos como ACV. Un sistema cardiovascular saludable redunda, por lo tanto, en una menor posibilidad de enfermedad vascular cerebral”.
Conclusiones: Tu Camino Hacia un Corazón Más Saludable
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