La contaminación plástica se ha convertido en uno de los problemas ambientales más preocupantes en la actualidad, tanto que no solamente son hallados en el vientre de muchos animales marinos, sino también incluso hasta dentro de arterias en humanos en forma de microplásticos.
Los microplásticos son pequeñas piezas de ese material de menos de 0,2 pulgadas (5 mm) de diámetro, hasta 1/25.000 de pulgada (1 micrómetro). Cualquier cosa más pequeña es un nanoplástico que debe medirse en milmillonésimas de metro. Suelen producirse como desprendimiento o residuo de materiales desechados sin el correcto tratamiento.
Algunos son tan pequeños que pueden encontrarse con diámetros de 0,0007 mm. Esto provoca que puedan ingresar al cuerpo de humanos o animales a través de la inhalación de partículas en el aire o la ingestión, ya sea en alimentos o envases de plástico, vajilla y cubiertos.
La acumulación de plásticos en las arterias puede generar la tan temida placa que produce ateromas
A partir de ahí, los nanoplásticos pueden invadir células y tejidos individuales en órganos importantes, interrumpiendo potencialmente los procesos celulares y depositando sustancias químicas que alteran el sistema endocrino, como bisfenoles, ftalatos, retardantes de llama, metales pesados y sustancias perfluoradas y polifluoradas, o PFAS.
En 2022, fueron hallados por primera vez microplásticos en el torrente sanguíneo humano, cuando investigadores de la Universidad Libre de Ámsterdam (Vrije Universiteit), detectaron minúsculos trozos de plástico en 17 de las 22 muestras de sangre de voluntarios que participaron del proyecto Immunoplast.
Y ahora, una nueva investigación científica publicado en la prestigiosa The New England Journal of Medicine muestra el incremento de riesgo en la salud cardiovascular en los pacientes con microplásticos hallados en las placas de la arteria carótida, situada en el cuello.
“Los microplásticos y nanoplásticos (MNP) están surgiendo como un factor de riesgo potencial de enfermedad cardiovascular en estudios preclínicos. En este estudio, los pacientes con placa de la arteria carótida en los que se detectaron MNP tenían un mayor riesgo de sufrir una combinación de infarto de miocardio, accidente cerebrovascular o muerte por cualquier causa a los 34 meses de seguimiento que aquellos en quienes no se detectaron MNP”, precisaron los científicos internacionales que desarrollaron el estudio.
Raffaele Marfella, investigador de cardiología en el departamento de ciencias médicas y quirúrgicas avanzadas de la Universidad de Campania Luigi Vanvitelli en Nápoles, Italia, y autor principal del nuevo estudio, dijo que junto a sus colegas iniciaron el estudio para buscar nuevos riesgos en los factores de la enfermedad cardiovascular.
“Sabíamos de la enorme cantidad de contaminación plástica degradada que afecta al planeta y nos preguntamos si el plástico, en forma de micro o nanoplásticos, también podría degradar nuestras arterias”, dijo Marfella. Y agregó: “Nuestros datos deben ser confirmados por otros estudios y en poblaciones más grandes. Sin embargo, nuestro estudio destaca de manera convincente la presencia de plásticos y su asociación con eventos cardiovasculares en una población representativa afectada por aterosclerosis”.
El doctor Martín Lombardero, cardiólogo y miembro titular de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC) explicó a Infobae que “este artículo publicado en la prestigiosa revista médica, muestra el hallazgo en una placa de ateroma de una sustancia tóxica, un microplástico o un nanoplástico, y abre una discusión e hipótesis muy interesante”.
“La ateromatosis es una enfermedad fundamentalmente inflamatoria donde a partir del depósito de grasa en la pared de una arteria se genera una inflamación. Inclusive ya hay datos y trabajos del doctor Valentín Fuster que mencionan que la inflamación es inclusive antes del desarrollo de la placa de ateroma. Si es así, no hay dudas que un tóxico como el plástico va a generar inflamación y progresar aún más como una placa de ateroma con la consecuente obstrucción arterial”, precisó el experto, autor del reciente libro “El corazón es consciente”, donde invita a las personas a cambiar su destino cardiológico.
Y concluyó: “Es un hallazgo muy interesante para discutir y seguir investigando sin dar conclusiones definitivas todavía. Es el primer trabajo que tengo conocimiento que hable y relacione esto y en el mismo trabajo dice que todavía no se puede confirmar que es un factor de riesgo en humanos, aunque sí que es un hallazgo muy interesante para investigar”.
En tanto, el doctor Mario Boskis (MN 74002), médico cardiólogo, miembro titular de la Sociedad Argentina de Cardiología y director general del Instituto Cardiovascular San Isidro y del Grupo Cardiológico Boskis, explicó a Infobae, que “las arterias son vasos sanguíneos que llevan sangre oxigenada desde el corazón hacia los tejidos para poder nutrirlos correctamente”.
“Cada vez más se están estudiando cuál es el impacto de la contaminación ambiental en la salud cardiovascular. En el caso de los microplásticos y los nanoplásticos, son sustancias que se encuentran en el medio ambiente como polución del mismo, que por su tamaño muy pequeño logran ingresar a nuestro organismo ya sea por vía respiratoria como digestiva. Estas sustancias contaminantes son absorbidas por los capilares pulmonares o las células del aparato digestivo, para llegar por fin a los vasos sanguíneos y circulan por las arterias”, precisó el especialista en salud cardiovascular.
Y agregó: “¿Ahora, cuál es el problema en las arterias, por ejemplo, del corazón, específicamente las arterias coronarias? Existe una teoría acerca de que estas sustancias se comportarían como antígenos, o sea, se comportarían estos contaminantes como irritativos, como una sustancia inflamatoria en estas arterias, alterando la estructuras de las mismas y generando un proceso de respuesta inflamatoria por parte del organismo, por ejemplo aparición de macrófagos, aparición de citoquinas o sustancias que normalmente actúan, por ejemplo para combatir un virus o una bacteria, que en este caso lo hacen contra estas partículas”.
“Este proceso inflamatorio genera lastimaduras en las arterias o ateroesclerosis acelerada. Y esta placa formada en las arterias, con el correr del tiempo, genera el proceso arteriosclerótico, donde se rompe la arteria, produciendo un infarto agudo de miocardio o si es en una arteria del cerebro, por ejemplo, puede producir un accidente cerebrovascular”, sostuvo Boskis.
Para concluir, el especialista indicó que todavía no se ha demostrado una causalidad acerca de si el efecto de las partículas plásticas realmente generan placas de ateroma. Y dijo que el estudio demostró una relación pero en pocas personas estudiadas, que presentaban casi cuatro veces más riesgo de infarto que aquellas personas sin microplásticos en sus arterias. Pero que se necesita más investigación.
En ese sentido, los autores de la investigación reconocen que se trata de un estudio muy pequeño que solo analizó a personas con arterias estrechas, que ya tenían riesgo de sufrir un ataque cardíaco y un derrame cerebral. En el estudio participaron 257 personas que se sometieron a una cirugía para limpiar los vasos sanguíneos del cuello. Los investigadores italianos analizaron la acumulación de grasa que los cirujanos extrajeron de las arterias carótidas, que suministran sangre y oxígeno al cerebro.
Mediante la utilización de dos métodos, encontraron evidencia de plásticos en la placa arterial de 150 pacientes y ninguna evidencia de plásticos en otros 107 pacientes. Durante tres años, monitorearon la salud de estas personas, y hallaron que entre un 20 a 30% de las personas que tenían estos microplásticos en sus arterias sufrieron un ataque cardíaco, un derrame cerebral o fallecieron por cualquier causa. Sin embargo, en aquellos que no contenían estos plásticos, esta cifra era solo del 8%.
Los investigadores también encontraron más evidencia de inflamación en las personas que tenían trozos de plástico en los vasos sanguíneos. La inflamación es la respuesta del cuerpo a una lesión y se cree que aumenta el riesgo de ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares.
Además, estos pacientes con microplásticos tenían más enfermedades cardíacas, diabetes y colesterol alto que los pacientes sin plásticos y eran más propensos a fumar. Los investigadores intentaron ajustar estos factores de riesgo durante su análisis estadístico , pero es posible que hayan pasado por alto diferencias importantes entre los grupos que podrían explicar los resultados.
El pediatra Philip Landrigan, profesor de biología en Boston College y director del Programa para la Salud Pública Global y el Bien Común y el Observatorio Global de Salud Planetaria, dijo que el estudio proporcionó evidencia de que los plásticos diminutos pueden estar asociados con resultados de enfermedades cardiovasculares en humanos.
“Aunque no sabemos qué otras exposiciones pueden haber contribuido a los resultados adversos entre los pacientes de este estudio, el hallazgo de microplásticos y nanoplásticos en el tejido de la placa es en sí mismo un descubrimiento revolucionario que plantea una serie de preguntas urgentes”, escribió Landrigan en un documento adjunto al editorial publicado.
“¿Debería considerarse la exposición a microplásticos y nanoplásticos un factor de riesgo cardiovascular? ¿Qué órganos además del corazón pueden estar en riesgo? ¿Cómo podemos reducir la exposición?” preguntó Landrigan, que no participó en el nuevo estudio.
Debido a que el estudio se llevó a cabo en un grupo muy específico de pacientes, los resultados no se pueden aplicar a la población más amplia. Pero podría allanar el camino para futuros estudios.
Fue el doctor Richard Thompson, un científico marino de la Universidad de Plymouth, el que acuñó el término “microplásticos” en 2004 después de encontrar montones de trozos de ese material del tamaño de un arroz sobre la línea de la marea en una playa inglesa.
En los años siguientes, los científicos localizaron estas partículas en todo el mundo, desde el suelo de la Fosa de las Marianas hasta la cima del Monte Everest.