Un estudio realizado en Australia mostró que casi la mitad de los mayores de 35 años no confiaban en su capacidad de reconocerlos

Un síntoma inusual en el medio del partido. El abanico de posibilidades que se abren en la práctica es amplio: está quien avisa a sus compañeros, sale de la cancha y pide asistencia urgente, el que sigue por pudor a que lo traten de hipocondríaco, el que lo vive como un llamado de atención y agenda una consulta médica y el que, pasado el evento, se olvida hasta que vuelve a aparecer una señal de alarma.

El problema es que muchas veces esos signos de alerta que da el corazón se subestiman porque no se conocen.

De eso da cuenta un nuevo estudio realizado en Australia que evaluó el conocimiento y la confianza para reconocer los síntomas cardíacos. Los resultados fueron preocupantes: casi la mitad de los mayores de 35 años no confiaban en su capacidad para reconocer los síntomas de un riesgo cardíaco inminente, como un ataque cardíaco o una muerte súbita, mientras jugaban un partido de fútbol.

Ejercicio y riesgo cardíaco

“Aunque la práctica de actividad física en forma regular mejora la salud, el ejercicio extenuante provoca un aumento transitorio del riesgo cardíaco. Ser capaz de reconocer las señales de advertencia de un evento cardíaco inminente es fundamental para mitigar esos riesgos durante el ejercicio”, afirma Geoffrey Tofler, autor principal del artículo y miembro del Royal Australasian College of Physicians (RACP).

En el marco del trabajo, publicado en la revista de la RACP The Internal Medicine Journal, los investigadores encuestaron a más de 150 jugadores de fútbol mayores de 35 años que jugaban en torneos competitivos y sociales. De media, practicaban deporte entre 3 y 4 días por semana, unas cinco horas en total (la mitad de actividad moderada y la otra mitad intensa)

La mayoría de las muertes súbitas se producen fuera de los hospitales. Foto Shutterstock.

Factores de riesgo en la cancha

“Los riesgos son elevados cuando se tienen en cuenta los participantes con factores de riesgo preexistentes como colesterol elevado (hipercolesterolemia), hipertensión (presión arterial alta), tabaquismo, exceso de peso, y antecedentes familiares de enfermedades cardíacas”, advirtió.

Los factores de riesgo enunciados por el investigador australiano son de alta prevalencia en Argentina, donde el fútbol amateur es una práctica muy extendida: según la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, dos de cada tres adultos están excedidos de peso, 4 de cada 10 tienen hipertensión, casi un 30% colesterol elevado, y alrededor de uno de cada 5 fuma.

Los autores del trabajo australiano apuntan que, si bien la práctica de fútbol allí es muy popular, no se ha estudiado adecuadamente la prevalencia de los factores de riesgo cardíaco y los posibles síntomas en los jugadores.

“En total, uno de cada cinco participantes del estudio tuvo uno o más posibles síntomas cardíacos durante un partido el año anterior, pero solo una cuarta parte buscó atención médica”, precisó Tofler.

“En un escenario hipotético de participantes que tenían dolor en el pecho mientras jugaban, alrededor de la mitad de ellos dijeron que seguirían jugando durante cinco a diez minutos esperando que pasaran los síntomas”, añadió.

Mientras que casi la mitad de los participantes no estaban seguros de reconocer los síntomas que podrían experimentar durante el juego, como dolor en el pecho, como un indicador de riesgo cardíaco potencialmente grave.

“Estos son datos preocupantes, especialmente cuando el riesgo aumenta con la edad. Este riesgo es aún mayor en aquellos que hacen ejercicio con poca frecuencia o no lo hacen en absoluto”, alertó.

RCP, entre la vida y la muerte

Los autores enfatizan las necesidad de mejorar la educación y el conocimiento sobre las señales de alerta que da el corazón como una solución clave para prevenir o mitigar los eventos cardíacos.

La mayoría de los encuestados estuvo de acuerdo en que los desfibriladores externos y la capacitación en RCP eran importantes y deberían ser elementos básicos en las canchas de fútbol.

 

“Realizar RCP y usar un desfibrilador podría ser la diferencia entre la vida y la muerte para alguien que sufre un paro cardíaco repentino, ya que la tasa de supervivencia disminuye entre un 7 y un 10% por cada minuto sin el uso de ninguno de los dos métodos”, manifestó Tofler.

Y añadió que las estrategias educativas deben centrarse en dar a los jugadores instrucciones claras para ayudar a reconocer rápidamente los síntomas y controlar los eventos cardíacos.

“Si bien es importante tener en cuenta que los beneficios del ejercicio aún superan con creces el riesgo cardíaco en general, estas medidas pueden aumentar aún más la relación beneficio-riesgo“, concluyó.

Síntomas a tener en cuenta

Coincide el cardiólogo Mario Boskis, miembro de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC), consultado por Clarín en relación al estudio.

“Son contados los casos en los cuales un paciente no se va de mi consultorio con una indicación de hacer actividad física para mejorar su salud cardiovascular. Pero también nos tomamos el tiempo de conversar acerca de qué deporte es el aconsejable para su edad y su estado físico, mas aún si existe algún factor de riesgo que lo pondría poner en una situación de peligro para su corazón”.

En ese sentido, el especialista, director general del Instituto Cardiovascular San Isidro (ICSI) del Sanatorio Las Lomas en Buenos Aires y del Grupo Cardiológico Boskis, detalla cuáles son los síntomas que no deben subestimarse y requieren atención urgente.

“El síntoma de infarto de miocardio universalmente conocido es el dolor retroesternal, o sea en la zona donde va la ‘corbata’, que puede o no irradiar hacia el cuello, la mandíbula, la espalda, o ambos brazos. Muchas veces se describe como un elefante que se nos sienta encima, imposible pasarlo por alto”, destacó.

“Pero debemos sospechar también de otras manifestaciones, algunas veces de grado mas leve, pero que nos alertan que algo no está bien en nuestro organismo”, alertó.

Entre esas manifestaciones incluye:

  • una fatiga exagerada para el esfuerzo que estamos realizando,
  • el sentir “palpitaciones”, o sea percibir que el corazón puede estar muy acelerado o hasta con un latido irregular,
  • mareo o inestabilidad en la marcha,
  • sudoración excesiva,
  • ardor en la zona del estómago, náuseas y hasta signos de “indigestión”.

“Son todos síntomas no asociados generalmente a un infarto, pero que se han visto con frecuencia en pacientes que consultan luego de estos episodios y que al estudiarlos se detecta que han padecido un ataque cardíaco, muchas veces diagnosticado hasta semanas o meses después del evento”, indicó.

Y concluyó: “El deporte recreacional es una excelente manera de realizar actividad física para evitar caer en el sedentarismo, pero no está exento de riesgos si esta actividad se hace en forma agresiva o competitiva”.

¿El mensaje? “La incidencia de infarto o muerte súbita en el deporte es extremadamente inusual, pero es necesario saber escuchar a nuestro cuerpo“.