El “por qué” cuidar el corazón -e intentar prevenir complicaciones- no presenta lugar a dudas: la enfermedad cardiovascular es la primera causa de mortalidad en Argentina y el resto del mundo. Ahora bien, no siempre está tan claro el “cómo”, el “quién” y el “cuándo”.
De hecho, muchas son las dudas que pueden aparecer a la hora de implementar chequeos para cuidar el corazón. Y también es cierto que el menú de opciones para alguien que busca un turno online para un estudio de rutina puede desconcertar.
¿Debo hacerme un electrocardiograma o una radiografía de tórax? ¿Una prueba de esfuerzo? ¿Qué información arroja cada una, y cuándo es conveniente realizarlas?
De más está decir que esta indicación debe ser realizada por un médico. Pero, en ocasiones, el solo hecho de sacar un turno con un cardiólogo puede ofrecer una gama de opciones desconcertante: especialista en insuficiencia cardíaca, en cardiopatías congénitas, clínico, intervencionista. Aquí, una guía orientativa que responde a muchas dudas frecuentes.
Corazón: cuándo deben comenzar los chequeos
El sentido común indica que, si se cumplen los chequeos de rutina con el pediatra en la niñez y adolescencia, y el chequeo anual con un médico clínico en la adultez, no tendremos dudas respecto de cuándo consultar por el corazón, ya que evaluará la conveniencia de la derivación con un médico cardiólogo.
Pero, es sabido, no todas las personas se realizan chequeos anuales con el médico clínico. Y pueden llegar a un cardiólogo luego de, por ejemplo, hacerse el apto físico para el gimnasio. Por lo tanto, es importante que la información para el cuidado del corazón esté al alcance de los pacientes.
“Es importante destacar que no existe una guía fija y rígida de chequeos preventivos- aclara el cardiólogo Mario Boskis-, ya que cada individuo es único, con una historia personal que puede incluir una alta carga de factores de riesgo tales como una hipercolesterolemia severa, una hipertensión arterial o glucemia descontrolada y un hábito tabáquico importante”, informa.
Y añade que estas variables pueden hacer que se modifiquen los tiempos entre cada control, así como “el grado de exhaustividad en que se busca la presencia de enfermedad”.
Infancia y adolescencia
“El consenso general es que los controles preventivos de salud deben iniciar en la infancia y adolescencia por el médico pediatra. Es conveniente, antes de los 16 años, realizar al menos una vez, un análisis completo de sangre y un electrocardiograma”, indica el médico, que es miembro titular de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC).
Entre los 20 y los 30 años
Ahora bien, ¿qué ocurre entre la segunda y la tercera década de la vida? “Siempre hablando de chequeos en personas asintomáticas, se recomienda una consulta cardiológica y análisis completo de sangre por lo menos cada tres años, y un electrocardiograma (estudio que registrar la actividad eléctrica) al menos cada cinco”, indica el profesional.
Además, explica que es indispensable que en cada consulta cardiológica, el médico realice un buen interrogatorio para indagar en los antecedentes familiares, ya que puede aparecer alguna enfermedad con chances de ser transmitida genéticamente de padres a hijos, o la existencia de miembros con una historia de presión arterial elevada, diabetes o alteraciones de los lípidos.
El electrocardiograma se utiliza para registrar la actividad eléctrica del corazón. Foto Shutterstock.
La consulta incluye, además, un examen físico general, con toma de la presión arterial, la auscultación del corazón y los pulmones, la palpación del abdomen y los pulsos arteriales en distintos puntos del cuerpo, además de un registro de peso y altura.
A partir de los 40
A esta edad empieza a recomendarse un control anual, a lo que se puede sumar una prueba de esfuerzo o ergometría.
“Este test puede indicarse más tempranamente, en especial en personas que quieran practicar actividad física, ya que puede valorar el grado de entrenamiento cardiovascular, guiar la prescripción o recomendación de un deporte en particular y más importante aún, diagnosticar la aparición de patologías desencadenadas por un esfuerzo, como un dolor de pecho, arritmia o falta de aire desproporcionada en relación al ejercicio realizado”, detalla Boskis.
El estudio consiste en realizar un electrocardiograma mientras la persona es sometida a un ejercicio físico tal como pedalear en una bicicleta fija o correr en una cinta deslizante, mientras el corazón y la presión son monitoreados en forma continua hasta llegar a un esfuerzo máximo o presentar signos de agotamiento físico.
Estudios cardiológicos complementarios
Hay casos en que se pueden incluir pruebas o métodos que se denominan de diagnóstico complementario. “Son a discreción del profesional”, dice Boskis, y explica y enumera cuáles son los más frecuentes.
Radiografía de tórax: Permite evaluar el tamaño de las cavidades cardíacas y los llamados grandes vasos sanguíneos, como por ejemplo la aorta. Se indica en pacientes que consultan por síntomas tales como disnea o falta de aire, o se detecta alguna alteración al auscultar el tórax o pulmones.
Eco doppler cardíaco: Este estudio utiliza ultrasonido, u ondas de radar, para poder visualizar las estructuras cardíacas, latiendo en tiempo real.
“Podemos medir el grosor de sus paredes, visualizar las válvulas cardíacas y medir presiones y volúmenes, y es de mucha utilidad para diagnosticar cardiopatías congénitas en niños si se detectan anomalías en las visitas al pediatra, o en adultos para evaluar la función de bombeo del corazón en caso de insuficiencia cardíaca, diagnosticar miocardiopatías, valvulopatías, aneurismas arteriales o visualizar coágulos y tumores intracardíacos”, precisa.
A partir de los 40 se recomienda un control anual, a lo que se puede sumar una prueba de esfuerzo. Foto Shutterstock.
El profesional aclara que este estudio es también conocido como ecocardiograma, y que siempre se hace con la tecnología de doppler, “que permite evaluar también el flujo y la velocidad de la sangre cuando pasan a través a de las 4 válvulas del corazón”, añade.
Eco Doppler de vasos de cuello: Utiliza el mismo principio ultrasónico que el eco doppler cardíaco, pero en este caso se focaliza en evaluar la calidad del flujo de sangre que corre por las arterias carótidas y vertebrales, responsables de irrigar al cerebro.
“Pueden detectar fácilmente la existencia y el grosor de las placas de ateroma, que son acúmulos de grasa, colesterol, calcio y otras sustancias, responsables de generar obstrucciones en los vasos sanguíneos. Se puede indicar en casos de síntomas compatibles con un accidente cerebrovascular (ACV) o cuando existe una fuerte carga de factores de riesgo y se quiere evaluar la presencia de ateroesclerosis vascular a fin de indicar un tratamiento preventivo”, detalla.
Eco estrés digital : “Es un matrimonio perfecto entre el ecocardiograma y la ergometria, ya que utilizan estas dos técnicas en forma conjunta , o sea el paciente hace un ejercicio, mientras se mira al corazón con ultrasonido y sirve para examinar principalmente el grado de salud de la arterias que irrigan al corazón, ya que puede desenmascarar posibles obstrucciones coronarias o también alteraciones valvulares que no hubiera sido posible detectar en reposo”, amplía Boskis.
Un buen interrogatorio es fundamental, afirma Boskis. Foto Guillermo Rodríguez Adami/Archivo Clarín.
También es muy útil como seguimiento en sujetos quienes hayan sido sometidos a cirugías de by pass o la colocación de stents.
“Este estudio también se puede realizar aplicando drogas tales como la dobutamina, que aumentan la frecuencia cardíaca y la presión arterial en pacientes que no pueden hacer ejercicio por algún impedimento físico. La información que arrojan es similar, pero siempre preferimos, en caso de ser posible, efectuar la misma sin la necesidad de utilizar ninguna droga endovenosa”, explica el cardiólogo.
Monitoreo ambulatorio de la presión arterial: En este caso, se utiliza un dispositivo portátil que mide la presión arterial del paciente a lo largo de 24 horas, mientras realiza sus actividades diarias normales, que incluyen las horas de trabajo, ejercicio, descanso y sueño.
Durante la infancia y la adolescencia, el pediatra es quien puede detectar alguna anomalía cardíaca. Foto Shutterstock.
“Este estudio permite certificar un diagnóstico de hipertensión arterial detectada durante una consulta médica, y también evaluar la eficacia de un tratamiento antihipertensivo”, indica.
Además, señala que la posibilidad de medir la presión durante el sueño permite detectar si se altera en esta etapa, dato de suma importancia “ya que se ha asociado la hipertensión nocturna con mayor riesgo a tener eventos cardiovasculares tales como un infarto de miocardio o ACV”, señala.
Holter cardíaco: “Es un dispositivo que se conecta al pecho del paciente mediante electrodos y nos permite registrar en forma continúa la actividad eléctrica del corazón durante un período prolongado, que puede ser en general desde 24 a 48 horas. Es de suma utilidad para evaluar arritmias o alteraciones en la frecuencia cardíaca, que pueden no ser detectadas en un electrocardiograma convencional”, explica.
El ecocardiograma se usa para ver cómo fluye la sangre por el corazón y las válvulas cardíacas. Foto Shutterstock.
Para cerrar, el profesional da cuenta de la importancia que la prevención adquiere en especialidades médicas como la cardiología: “la mayoría de las patologías cardíacas tienen un período asintomático largo, y con el chequeo médico podemos detectar y tratar las mismas antes que estas generen una importante morbimortalidad”.
Por último, recomienda no saltarse los chequeos: “Se ha avanzado mucho en tecnología médica, lo que permite tratar cuadros muy severos en forma exitosa”.