El 15 de julio de 2022, el Gobierno nacional presentó la reglamentación de la Ley 27.159, de prevención integral de la muerte súbita, sancionada en 2015. Los cardiólogos del país salieron a denunciar que la norma casi no se cumple debido a dos motivos principales: las provincias no adhieren a la ley y muy poca gente está entrenada en maniobras de RCP.
En Argentina la muerte súbita no es reportada como causa de defunción en las estadísticas oficiales y no hay un registro cierto de casos. Pero en base a datos de las asociaciones científicas, estimaciones del Ministerio de Salud y estudios internacionales se estima que pierden la vida unas 40 mil personas al año por este motivo. Esto es una muerte cada 13 minutos.
Los médicos salieron a plantear este déficit en la víspera de la Semana de Concientización y Prevención de la Muerte Súbita, que se celebrará entre el 21 y el 27 de agosto. En ese marco, además, la Fundación Cardiológica Argentina otorgará hasta el 29 de septiembre (Día Mundial del Corazón) mil becas para tomar cursos de RCP gratuitos.
La ley, aprobada por el Congreso siete años antes de su reglamentación, establece que los lugares públicos y privados de acceso público con concentración o circulación superior a mil personas por día deberán contar con al menos un desfibrilador automático externo y personas entrenadas en RCP.
Ana Salvati, presidente de la Fundación Cardiológica Argentina, dijo a Clarín que “para que una ley se cumpla no sólo tiene que estar sancionada y reglamentada, sino que como la salud pública en nuestro país es federal, cada distrito debe aprobar esa ley para que sea aplicada en su territorio. Hasta ahora, ninguna provincia ni ninguna jurisdicción la ha adoptado”.
Salvati agregó que “solamente empresas y entidades, en forma individual y por su responsabilidad civil adhieren y tienen no sólo desfibriladores automáticos sino también personas entrenadas en RCP y el uso de esos desfibriladores. Pero hasta aquí esto es voluntario y nadie puede obligar a cumplir una ley porque los estados provinciales no la han aceptado”.
A esto se suma otro problema. Mario Boskis, cardiólogo del Sanatorio Las Lomas y miembro titular de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC), dijo que “desde que la ley se presentó en sociedad, no ha habido por parte del Estado énfasis en una campaña de concientización acerca de esta problemática, como tampoco un control de que la norma se cumpla”.
Y agregó otro detalle: “Existe para los profesionales un Registro Nacional de Desfibriladores Automáticos que debemos cumplimentar por ley y al que es casi imposible acceder online con el fin de generar un usuario y cumplimentar un formulario. Esto es importante , ya que asegura un estándar de calidad del equipamiento utilizado”.
Muertes evitables
Según Salvati, “la muerte súbita es frecuente y tal vez muchas de esas muertes no sean evitables, pero otras sí. Brindándoles asistencia inmediata, se puede cambiar el pronóstico de estas personas, con corazones muchas veces demasiado jóvenes para morir. Todos podemos y debemos dar esa asistencia. Las maniobras de RCP y manejo del desfibrilador automático son herramientas imprescindibles para la atención temprana de la muerte súbita extrahospitalaria”, explicó la médica.
Salvati sostuvo que solo la RCP iniciada de forma inmediata y el acceso a un desfibrilador pueden cambiar el pronóstico: “Si la persona es asistida durante el primer minuto, tiene entre el 70 y 80 por ciento de chances de llegar con vida al centro de salud. Y las chances van disminuyendo un 10 por ciento con cada minuto que se demora el inicio de las maniobras de RCP”.
A la vez, la experta señaló que a partir de los tres minutos de ocurrido el paro cardíaco, “la falta de aporte de oxígeno al cerebro provoca un daño irreversible si la víctima no fue asistida con las compresiones torácicas para mantener la circulación de la sangre”.
Mario Fitz Maurice, ex director del Consejo de Arritmias de la SAC, explicó que la mayoría de las veces la muerte súbita “ocurre secundaria a una arritmia, es decir que el corazón deja de latir normalmente y empieza a temblar. A ese temblor la medicina lo denomina fibrilación ventricular. Cuando tiembla, el corazón no puede contraerse y, entonces, no puede bombear sangre y así la víctima pierde el estado de conciencia y se desploma”.
Fernando Scazzuso, jefe de Electrofisiología y Arritmias del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires, aportó que si bien el evento que lleva a la muerte súbita es repentino, el proceso previo “se da durante 15 o 20 años de enfermedad asintomática en los que las arterias coronarias se obstruyen por el depósito de grasa. Este fenómeno se desarrolla en personas con tabaquismo, hipertensión, diabetes, obesidad y sedentarismo”.
Sobre ese punto, Fitz Maurice dijo que “la muerte súbita puede ocurrir en personas con una enfermedad cardíaca conocida o en aquellas que ignoran el problema porque nunca han tenido síntomas o, si los tuvieron, fueron leves y no los relacionaron con el corazón”. En menores de 35 años estos episodios suelen obedecer a enfermedades congénitas. En mayores de 40, en cambio, se producen generalmente como consecuencia de un infarto de miocardio.
Entre los signos de alerta se encuentran los desmayos, palpitaciones fuertes y dolores en el pecho. “En presencia de alguien que inexplicablemente cae inconsciente, que se lo llama y no contesta, el primer paso es chequear si respira. Si no lo hace, o lo hace con dificultad, es necesario llamar o pedir que alguien llame al número local de emergencias, y consultar por la disponibilidad de un desfibrilador (es muy útil saber si hay uno en una empresa de la cuadra, en el club del barrio)”, explicaron los médicos.
Luego, la recomendación es “inmediatamente, realizar compresiones rápidas y fuertes en el centro del tórax, hundiendo el tórax como mínimo 5 centímetros y realizando entre 100 a 120 por minuto, al tempo de la canción “Stayin’ Alive” de los Bee Gees. Y ante la llegada del desfibrilador, seguir sus instrucciones de uso, hasta el arribo de la ambulancia”.