En estos días, gran parte de la población argentina vive con preocupación la situación económica del país. Pero un contexto de incertidumbre como el actual no solo eleva los riesgos para el bolsillo.
«Los cardiólogos aprendimos que en cada crisis política o económica el que sufre es nuestro corazón«, afirma Jorge Tartaglione, ex presidente de la Fundación Cardiológica Argentina (FCA).
«De repente -continúa el cardiólogo-, una crisis económica irrumpe y se mete en la vida cotidiana: la plata no nos alcanza, el salario se licua, nos tenemos que desprender de servicios básicos; esto genera gran desánimo, preocupación e incertidumbre.»
Sobre un estrés crónico (sostenido en el tiempo), explica el médico, «aparece un estrés agudo, crítico, y esto conforma una tormenta perfecta para el desarrollo de una enfermedad cardiovascular, precisamente el infarto«.
En Argentina, esas crisis -de mayor o menor gravedad- son cíclicas y atraviesan a las diferentes gestiones de gobierno. Pero del pasado reciente, la de 2001 marcó un hito.
«Nos mostró que las crisis económicas son un factor de riesgo por el gran aumento de mortalidad que encontramos en pacientes cardíacos en ese período», recuerda Tartaglione.
El corazón sufre durante las crisis. Foto Shutterstock.
Una asociación probada
No se trata de una mera percepción. Existen numerosos trabajos en la literatura médica en los que se relaciona el estrés psicosocial, laboral, financiero y las situaciones vitales estresantes con una mayor incidencia de infarto de miocardio, plantea un artículo publicado por la Fundación Española del Corazón.
Entre ellos, destaca al INTERHEART, publicado en 2004, que analizó información procedente de unos 24.000 participantes (entre casos y controles) de 52 países (incluido Argentina) y que observó un exceso de riesgo de infarto asociado a niveles elevados de estrés.
Mario Boskis, miembro de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC), aporta un ejemplo reciente: «En Estados Unidos, en la última elección presidencial de 2020, se evidenció un incremento en las hospitalizaciones por infarto agudo de miocardio inmediatamente después de conocido el resultado».
«Estos hallazgos sugieren que se necesita conciencia sobre el mayor riesgo de enfermedad cardiovascular y estrategias para mitigar el riesgo durante eventos políticos notables», sostienen los autores del artículo publicado recientemente en la revista JAMA.
El estrés produce efectos mentales y físicos. Foto ilutrastiva Shutterstock.
A nivel local, una investigación liderada por el médico e investigador del Conicet Enrique Gurfinkel comparó el número de muertes e internaciones que hubo entre abril de 1999 y diciembre de 2001, con las registradas entre enero de 2003 y septiembre de 2004.
Durante el período de crisis observaron mayor incidencia de infarto de miocardio intrahospitalario, así como de insuficiencia cardíaca congestiva, y que mayor demora hasta la intervención con angioplastia.
En base a esos y otros hallazgos, los autores sugirieron que la crisis financiera puede haber tenido un impacto negativo en la mortalidad cardiovascular durante la hospitalización y una mayor incidencia de complicaciones médicas.
En tanto, otro trabajo dirigido por la cardióloga e investigadora María Inés Sosa Liprandi describió las tendencias de las tasas de mortalidad cardiovascular en la Argentina entre 1995 y 2005 con el objetivo de explorar si los cambios en ellas coinciden temporalmente con cambios en las tendencias del Producto Bruto Interno (PBI) como indicador de crisis económico-financieras.
La conclusión a la que arribaron es que «la estrecha relación temporal entre el aumento relativo de la mortalidad cardiovascular y el descenso del PBI permitiría considerar a las crisis económico-financieras como un nuevo factor de riesgo psicosocial«.
Qué es el estrés psicosocial
«El estrés psicosocial es la condición de estrés que cruza transversalmente a todo un conjunto social y esa situación puede ser más o menos extendida», explica a Clarín Daniel López Rosetti, jefe de servicio del Servicio de Medicina del Estrés del Hospital de San Isidro.
«Las causas de estrés psicosocial descriptas con frecuencia son las situaciones de crisis económica, crisis sociales, de migración, o los desastres naturales (terremotos, tsunamis), los actos de terrorismo, la guerra, endemias y claramente la pandemia de la cual estamos empezando a salir en el mundo entero.»
El estrés como gatillo de eventos cardiovasculares
«El estrés es una relación entre las amenazas y la capacidad de resistencia«, explica López Rosetti, quien recientemente lanzó su último libro Estrés, sufrimiento y felicidad (Editorial Planeta).
En ese sentido, señala que el contexto estresante actual viene precedido por dos eventos muy importantes: la pandemia, «que nos colocó en un bajo umbral de excitabilidad para la descarga de estrés», y la crisis de 2001, «que en quienes la hemos vivido han dejado mella clara desde el punto de vista emocional».
Todo eso, dice, determina una activación mental y física. A nivel mental, eleva el riesgo de sufrir cuadros de ansiedad y ataques de pánico, principalmente en personas ya predispuestas.
En tiempos de crisis empeora el control de los factores de riesgo. Foto Shutterstock.
Los efectos del estrés en el cuerpo
Si bien López Rosetti enfatiza que mente-cuerpo son indisociables, indica que a nivel físico los efectos del estrés se manifiestan con aumento de la presión arterial, la frecuencia cardíaca, la frecuencia respiratoria y la elevación de sustancias proinflamatorias.
«En el estrés crónico produce un cuadro de inflamación de bajo grado pero que, sostenido en el tiempo, condiciona enfermedades cardiovasculares como infarto agudo de miocardio, arritmia cardíaca, insuficiencia cardíaca para los predispuestos, angina de pecho, accidentes cardiovasculares (ACV)», advierte.
Y analiza: «Estamos en una condición de predisposición al estrés crónico y cualquier condición individual, pero básicamente colectiva, como es el estrés psicosocial potencia todas estas circunstancias».
Insisten en la importancia de no descuidar los controles. Foto Shutterstock.
Estrés y factores de riesgo
Boskis suma que a la inflamación crónica que se asocia a una disminución de la inmunidad, se le añade un peor control de los factores de riesgo cardiovascular en momentos de crisis: «La gente fuma más, controla menos la presión, hace menos actividad física, se alimenta mal».
«Todo este cóctel explosivo es capaz de desencadenar un accidente de placa, o sea una obstrucción aguda en una arteria coronaria que lleva a un ataque cardíaco», señala.
El minfulness es una práctica que puede ayudar en el control del estrés. Foto Shutterstock.
Cómo cuidar al corazón
Si bien episodios de estrés agudo pueden desencadenar eventos cardiovasculares en personas sin antecedentes, los riesgos del estrés crónico son mayores en quienes ya tienen enfermedad diagnosticada.
Por eso, Tartaglione subraya que «en este momento es muy importante que los pacientes no dejen de tomar la medicación, estén alertas a síntomas y que ante cualquier duda consulten».
Boskis coincide en que es clave que los pacientes con factores de riesgo cardiovascular no descuiden su salud en tiempos convulsionados.
Y estimula a adherir a hábitos que favorecen la disminución del estrés, como «una buena caminata de al menos 40 minutos cinco veces por semana y/o la práctica de técnicas como el yoga o el mindfulness«.
Además del control del estrés, los hábitos «amigos» de la salud cardiovascular (y general) son no fumar, la buena alimentación, el ejercicio físico, mantener un peso saludable, el sueño de buena calidad y la realización de controles médicos periódicos para evaluar factores de riesgo (hipertensión, colesterol y glucemia elevada, entre otros).
muy interesantes reflexiones