La enfermedad vascular periférica provoca dolores en las piernas. Foto Shutterstock.

Pese a que habitualmente al hablar de enfermedad vascular se hace referencia al corazón, el problema no sólo afecta a las arterias coronarias, si no también a las de todo el cuerpo. Los vasos se estrechan como consecuencia de la ateroesclerosis y la sangre fluye con mayor dificultad. En las piernas provoca dolor, entumecimiento, molestia o pesadez, sobre todo al caminar o al subir escaleras.

Unas 250 millones de personas viven en el mundo con enfermedad vascular periférica (EVP), también denominada enfermedad arterial periférica. El cuadro puede conducir a un círculo vicioso: el dolor favorece el sedentarismo, que a su vez no ayuda a mejorar el flujo sanguíneo.

¿Qué aconsejan los especialistas? Caminar, moverse. Y ahora un nuevo estudio de Northwestern Medicine publicado en la revista JAMA sugiere que ejercitarse sin dolor no provoca beneficios.

En las personas con EVP, caminar para hacer ejercicio a una intensidad que induce dolor isquémico en las piernas (causado por el flujo sanguíneo restringido) mejora el rendimiento de la caminata (la distancia y el tiempo de caminata), hallaron los investigadores.

Por el contrario, caminar a un ritmo lento que no provoque dolor en las piernas no es más efectivo que el sedentarismo, revelaron.

El ejercicio es la terapia no invasiva más eficaz para la EVP. Foto Shutterstock.

Este estudio aleatorizado es el primero en demostrar que un programa de ejercicios para caminar en casa mejoró la capacidad de caminar en personas con EVP cuando el ejercicio se realizó a una intensidad alta que indujo síntomas isquémicos en las piernas, pero no cuando el ejercicio se realizó a baja intensidad, sin dolor.

“Demostramos que hay que caminar para provocar dolor isquémico en las piernas y obtener los beneficios”, dijo la investigadora principal, la doctora Mary McDermott, profesora de medicina en la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern.

Disminuirá con el tiempo, y la mayoría de las personas eventualmente podrán caminar más sin molestias”, tranquilizó.

La investigación liderada por McDermott es el correlato de una anterior que sugirió que el dolor durante el ejercicio impedía que muchas personas con EVP caminaran.

Si bien el ensayo no identificó los cambios biológicos que conducen a la mejora de la marcha (intentarán determinarlo en futuros estudios), la investigadora sostuvo que trabajos anteriores muestran que el ejercicio intensivo estimula ciertas vías biológicas que promueven una mejor actividad mitocondrial, la fuente de energía química de la célula.

“Quizás para las personas con EVP, el ejercicio promueve el crecimiento de nuevos vasos sanguíneos pequeños en sus músculos”, hipotetizó.

“Desde hace décadas que se conoce el efecto benéfico de la actividad física en pacientes con enfermedad obstructiva en sus miembros inferiores. Estudios clínicos muy serios han demostrado consistentemente que una caminata de al menos 30 minutos, 3 veces por semana, a pesar de sentir dolor en las piernas, lo que llamamos ‘claudicación’, es capaz de mejorar los síntomas si se mantiene esta rutina por varios meses, reduciendo en muchos casos la aparición de dolor en reposo y mejorando la calidad de vida”, dice a Clarín Mario Boskis, director del Consejo de Cardiología Clínica de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC).

“El estudio publicado en JAMA -añadió- avala la hipótesis que una caminata de alta intensidad fue muy efectiva para el tratamiento en estos casos.”

Factores de riesgo

Las personas con EVP tienen obstrucciones en las arterias que ralentizan o detienen el flujo de sangre a las piernas. Como resultado, tienen dolor y dificultad para caminar incluso distancias cortas. Es comparable a la angina de pecho para las personas que tienen una enfermedad cardíaca sintomática y existen pocas terapias para tratarlo.

Diabetes, colesterol, tabaquismo e hipertensión, así como la edad avanzada son los principales factores de riesgo para la EVP y las complicaciones que puede acarrear, como infartos, accidentes cerebrovasculares y en las personas con diabetes dificultades en la cicatrización, infecciones y hasta amputaciones.

Según el Consenso de Enfermedad Vascular Periférica de la SAC, si bien el impacto en la mortalidad y en términos de años de vida ajustados a discapacidad de la EVP es marginal comparado con otras enfermedades circulatorias, “es importante resaltar que se trata de una enfermedad con consecuencias muy invalidantes para quienes la padecen y, por sobre todas las cosas, de una condición prevenible”.

Asimismo, los autores del documento destacan que entre 1990 y 2010, la mortalidad por EVP se incrementó un 229% en nuestra región, cifra que nos debe poner en alerta sobre esta enfermedad.

“No hay datos actualizados de prevalencia en Argentina, pero si tenemos en cuenta que en Estados Unidos puede llegar al 15% de los adultos mayores de 65 años, podemos extrapolar que es muy frecuente aquí también, ya que tenemos hábitos de vida muy similares en occidente, con el tabaquismo, la obesidad y la diabetes como principales enemigos”, dice el cardiólogo Boskis.

La EVP favorece el sedentarismo por las molestias que provoca. Foto Shutterstock.

El estudio

Para el estudio de la Universidad Northwestern, 305 personas con EVP fueron asignadas al azar a ejercicio de alta intensidad, ejercicio de baja intensidad o un grupo de control que recibió llamadas telefónicas que no estaban relacionadas con el ejercicio.

A los asignados a una intervención de ejercicios se les pidió que caminaran hasta 50 minutos por sesión, cinco días a la semana. A los de alta intensidad se les pidió que caminaran a un ritmo lo suficientemente rápido como para provocar síntomas isquémicos en las piernas durante el ejercicio. Y a los del grupo de baja intensidad se les pidió que caminaran a un ritmo cómodo que no indujera molestias.

La intensidad se controló de forma remota mediante un monitor de actividad  que los participantes llevaban durante el ejercicio. La caminata, la prueba en cinta y los resultados informados por los pacientes se midieron al inicio del estudio y a los 12 meses de seguimiento.

Los pacientes que participaron en ejercicios de caminata de alta intensidad mejoraron significativamente la distancia que podían caminar en seis minutos en comparación con el grupo de baja intensidad o el grupo de control.

Asimismo, el grupo de ejercicio de alta intensidad también mejoró significativamente la cantidad de tiempo que pudieron caminar en la cinta al final del estudio, en comparación con los integrantes de los otros dos grupos.

“Se debe recomendar a los pacientes con EAP que caminen para hacer ejercicio a un ritmo que induzca síntomas isquémicos en las piernas para obtener un beneficio”, dijo McDermott.

“El ejercicio es la terapia no invasiva más eficaz para mejorar la marcha en personas con enfermedad arterial periférica”, enfatizó.

Los vasos se estrechan y dificultan el flujo sanguíneo. Foto Shutterstock.

Señales de alarma

Según la Clínica Mayo de Estados Unidos, los signos y síntomas de la EVP incluyen:

 

  • Calambres dolorosos en los músculos de las caderas, muslos o pantorrillas después de realizar ciertas actividades, como caminar o subir escaleras.
  • Entumecimiento o debilidad.
  • Sensación de frío en la parte inferior de la pierna o en el pie, en especial en comparación con la otra extremidad.
  • Llagas que no sanan en los dedos de los pies, en los pies o en las piernas.
  • Un cambio de color en las piernas.
  • Pérdida de vello o crecimiento lento del vello en pies y piernas.
  • Crecimiento más lento de las uñas del pie.
  • Piel brillante en las piernas.
  • Falta de pulso o pulso débil en piernas o pies.
  • Disfunción eréctil en los hombres

La EVP es más frecuente a mayor edad. Foto Shutterstock.

Prevención

La mejor manera de prevenir complicaciones es mantener un estilo de vida saludable.

 

  • Si fumás, dejá.
  • Si tienés diabetes, mantené bajo control el azúcar en sangre.
  • Hacé actividad física con regularidad. Apuntá a ejercitar entre 30 y 45 minutos varias veces a la semana, después de recibir la aprobación del médico.
  • Bajá los niveles de colesterol y presión arterial si es necesario.
  • Consumí alimentos bajos en grasas saturadas.
  • Mantené un peso saludable.

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