Vacunas contra el coronavirus

Corría la década del 50’ y el mundo se encontraba  preso de una gigantesca pandemia de un virus que se ensañaba principalmente contra los niños, generando una enfermedad llamada Poliomielitis o parálisis Infantil.

Atacaba sin aviso, dejando muerte y secuelas de por vida en aquellos que aquejaba.

El paciente comenzaba con fiebre, dolor de cabeza, vómitos, dolores musculares y rigidez de nuca, pero al poco tiempo aparecía el signo cardinal y más ominoso, una pérdida súbita de la fuerza con la progresiva parálisis y flaccidez en los músculos.

Esta dolencia no era nueva y se conocía desde hacía milenios, pero recién en 1905, se reconoció que era una enfermedad de origen infecciosa. Tuvieron que pasar casi 50 años más hasta que el Dr. Jonas Salk pudo anunciar al mundo que se habría logrado descubrir una  vacuna que era segura, potente y eficaz para prevenir la polio, y el planeta respiró aliviado.

Avancemos ahora al 31 de diciembre de 2019, en que los primeros casos de una nueva enfermedad denominada Covid-19  son reportados a la Organización Mundial de la Salud por las autoridades sanitarias de China, logrando aislar -en tan sólo una semana- a este nuevo Coronavirus, hoy mundialmente conocido como SARS-CoV-2.

Sin duda, esta rapidez fue posible gracias a los avances en secuenciación genética producida en las últimas décadas con el desarrollo de una tecnología que permite descifrar y comprender el código genético que tiene un virus, desnudando su estructura molecular.

A las 48 horas, el gobierno Chino compartió la secuencia genética de este novel virus con el propósito que otros países puedan generar los kits de diagnóstico a fin de poder detectar a esta nueva enfermedad.

Tan solo a veinte días del reporte a la OMS, el Dr. Anthony Fauci, Director del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas de los Estados Unidos, comunica que se están dando los primeros pasos hacia el desarrollo de una vacuna. El 11 de Marzo de 2020 la OMS declara que el brote de Coronavirus es una pandemia.

El resto de la historia es más que conocida. Desde hace más de un año estamos sometidos a eternas cuarentenas, padres y abuelos que no ven a sus hijos o nietos. Familias destrozadas por la pérdida de sus seres queridos y economías regionales y mundiales devastadas.

El SARS-Cov-2  al día de hoy ha enfermado a más de 111 millones de personas, produciendo cerca de 2.500.000 muertes. En Argentina, números recientes indican que han sido infectados por el Covid-19 cerca de 2 millones de pacientes, teniendo que lamentar más de 50 mil víctimas fatales.

Frente a esta amenaza y recordando otras épocas no tan lejanas, el mundo nuevamente decidió reaccionar,  utilizando el nuevo arsenal gestado en los últimos 50 años de innovación.

Al fin comenzó a verse una luz al final del camino cuando el 27 de Julio de 2020, el gobierno Americano anuncia que el Instituto Nacional de la Salud en asociación con la biotecnológica “Moderna” está iniciando la Fase III de pruebas en voluntarios sanos así como el laboratorio Pfizer con la alemana BioNtech con similar tecnología. Unas semanas después,  Rusia anuncia que su país ha aprobado una vacuna, que se llama Sputnik-V, desarrollada por el Instituto Gamaleya, publicando estudios de Fase 1/2 en la revista científica The Lancet. Mientras tanto, la Universidad de Oxford anuncia que su vacuna, en colaboración con el  Astra Zeneca está entrando también en la carrera.

Es casi increíble de pensar que al día de hoy tenemos cerca de 78 vacunas postuladas para combatir al Covid-19, con 202 ensayos clínicos en curso. Una maravilla de noticia.

Pero no todas son buenas noticias: la grieta ha llegado también al mundo de las vacunas.

A pesar que hoy en día tenemos la posibilidad de contar “teóricamente” con un abanico de opciones en lo que respecta a vacunación aún hay escépticos.

Desde hace años existen los movimientos anti-vacunación, que son asociaciones que se oponen a las mismas por diferentes motivos y han sido respondidos por expertos con rigor científico, demostrando que las vacunas no son responsables de las complicaciones que acusan.

Suena increíble que mucha gente critique a las actuales vacunas contra el Covid-19 con argumentos como: alteran los genes, tienen mercurio, aluminio o que han sido elaboradas en tiempo récord y la seguridad está en duda.

Por suerte, la ciencia está cabalgando en hombros de gigantes, y los organismos regulatorios encargados de aprobar estas noveles vacunas, están respondiendo al desafío que la hora convoca. No son las mejores circunstancias, pero la descripción unánime es que los riesgos eventuales a la salud son menores que los posibles beneficios esperados.

A aquellos que aún dudan en aplicarse la vacuna contra el SARS-Co-V 2 les respondo con una cita de Yuval Harari en su libro Homo Deus. En él nos relata que la declaración Universal de los derechos humanos adoptados por las Naciones Unidas, entre varios temas, aduce que el derecho a la vida es el valor humano más fundamental, por ende, la muerte claramente viola ese derecho. Termina afirmando entonces que “La muerte” es un crimen contra la humanidad y debemos luchar una guerra total contra ella.

Pandemias como la del coronavirus no deben llevarse más vidas. Tenemos vacunas eficaces para utilizar y obtener la tan ansiada inmunidad de rebaño, necesaria para eliminar o al menos controlar al SARS-CoV-2.

Para concluir, Investigadores de la ciencia del envejecimiento sostienen que las personas viven cada vez más años. La esperanza de vida siempre ha ido en aumento y en los dos últimos siglos aumentó más del doble.

Concuerdo con estos investigadores en que hay tres formas de lidiar con la muerte: aceptarla, negarla o luchar contra ella. En mi caso, prefiero esta última. Que la grieta no interfiera en lograr ese fin.

El Dr. Salk y la humanidad, agradecidos.


* Mario Boskis (MN 74002). Cardiólogo. Miembro Titular de la Sociedad Argentina de Cardiología (MTSAC). Director del Consejo de Cardiología Clínica. Director General del Instituto Cardiovascular San Isidro (ICSI) del Sanatorio Las Lomas en Buenos Aires y del Grupo Cardiológico Boskis.