Un paciente contó la experiencia que vivió en el hospital Zubizarreta. Foto: Luciano Thieberger
─¿Puede subir mi hija aunque sea 5 minutos? Necesito su contención, el contacto en persona. Soy una persona mayor y es muy feo sentirse sola ─pedía sin éxito una mujer en la salita que compartía junto a otras tres personas internadas por patologías no Covid.
Cristina iba todos los días al sanatorio con el bolso preparado para entregarle a su mamá. Como no podía dárselo en persona, esperaba en la recepción hasta que una enfermera bajaba a buscarlo.
Isabel Rodríguez tiene 76 años y es paciente de riesgo por sufrir de EPOC y padecer problemas cardíacos. Tras un año sin visitar al médico por la situación epidemiológica, acudió a la guardia del Hospital Zubizarreta por un fuerte dolor en el pecho.
“Apenas llegué me tomaron la temperatura. Me ingresaron a emergencias con suero y dejaron en observación de cuidados intensivos. Pasaba el tiempo entre noticias, sopa de letras y las videollamadas con que tenía que conformarme para tener contacto con mi hija”, recuerda.
Le detectaron anemia luego de haberle practicado un torbellino de análisis durante los 9 días en que estuvo internada. “Fue una enorme alegría recibir el alta. Salí un poco perdida porque el único contacto que tuve durante ese tiempo fue con las enfermeras que ocultaban sus rostros detrás de barbijos”, le cuenta a Clarín. Su voz destila emoción.
Isabel, internada en el Hospital Zubizarreta por otra patología, no pudo recibir visitas.
José La Bella tiene 75 años y es vecino del barrio Belgrano. Llegó caminando a la sala de urgencias del Hospital Méndez por un cuadro de fiebre y vómitos. Durante las 72 horas que duró su internación, no pudo recibir visitas por cuestiones de protocolo. Con sus cuatros stents, se encontró en silencio y absoluta soledad en una habitación de dos por dos. Pero su mal humor se acrecentó cuando, tras levantarse para ir al baño, accidentalmente se soltó la liga del suero y se desparramó el líquido.
─Enfermera, no puedo estar en estas circunstancias. Necesito que alguien venga a limpiar ─pide por el número interno.
Enfurecido, se levanta de la cama para vestirse y calzarse los zapatos, dispuesto a disparar de la habitación. Se presentan tres médicos.
─Me quiero ir, no quiero estar más acá. Como puede ser que me dejen así ─reclama.
─No te podés retirar, es conveniente que esperes todos los resultados, sobre todo por tu condición de cardíaco ─lo contienen mientras aparece una enfermera para atender el pedido del paciente.
A Pino, como lo llaman sus amigos, no le quedó más remedio que resignarse. “Me sentía dentro de una jaula. Me puse mal y tuve que aguantar, meditando, Cuando me dieron el alta sentí que rejuvenecí 20 años”, le contó a Clarín con emoción. Un desequilibrio en los valores de potasio motivó que estuviera separado tres días de su mujer, en cuyo abrazo se refugió cuando cruzó la puerta del sanatorio.
Diferentes criterios sanitarios
Desde el Ministerio de Salud de Ciudad, informan que los pacientes no Covid pueden ser visitados solo por un familiar para disminuir los riesgos que pudieran traer de la calle y que se deben respetar las normas de bioseguridad en todo momento. La normativa se refleja en la Resolución 781 que restringe el ingreso de acompañantes a hospitales públicos de la Ciudad, mientras siga vigente la situación epidemiológica.
“En algunos lugares implica que no pasa nadie y en otros se le permite a un familiar (referente de la historia clínica), sin factores de riesgo, por un lapso menor a los 15 minutos. No hay un criterio unánime para admitir o no visitas. En el Zubizarreta, se vienen admitiendo de forma cuidada, con equipos de protección y en función a la disposición del personal”, detalla personal médico del lugar.
La admisión de visitas a un internado por cualquier patología no Covid no está normativizada en lugares públicos ni privados, explica Daniel López Rossetti, médico infectólogo. “Hay normas generales. Cuando una persona ingresa en un instituto por cualquier urgencia no programada, como apendicitis, se la considera siempre Covid (se le practica el PCR). En consultas no Covid programadas, como una endoscopía digestiva alta, se pide un hisopado tres días antes y lo mismo corre para su acompañante. Se trata de normativas de prevención que varían de un centro sanitario a otro”, puntualiza.
“El protocolo depende de cada institución que puede, por ejemplo, restringir visitas conforme al número de pacientes Covid que tenga internados para minimizar el riesgo de infección o de las normas internas que siga el área de infectología. Se adapta conforme a la situación epidemiológica actual”, señala Mario Boskis, experto en investigación clínica y prevención de las enfermedades cardíacas, que subraya la importancia del afecto para la persona que está internada.
“El acercamiento físico de un familiar podría generar una gran diferencia en el pronóstico, ayuda a tener proyecto de vida futuro. Estuve internado por Covid severo con neumonía bilateral durante una semana. El contacto con mi mujer fue un gran estímulo en mi recuperación”, indica. Rossetti coincide: “Humanamente, es un nexo que suma en la medida que las normas de bioseguridad lo permitan”.
De hecho, un informe publicado en octubre de 2020 en la Revista científica Chest (“Efectos de covid19 en la salud durante la hospitalización de pacientes”) demostró que el 75 % de las personas internadas experimentaron alteraciones del estado anímico, con un consecuente incremento del estrés psíquico.
Los factores mas comunmente referidos fueron ansiedad e incertidumbre por el probable agravamiento de la enfermedad hasta en un 57% de los pacientes. Tambien se encontró que un 50 % refería angustia por la ausencia de su familia y un 40 % por estar aislados.
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